La isocorteza es una característica distintiva del cerebro de los mamíferos, sin una contraparte clara en otros amniotas. Ha habido largas controversias con respecto a posibles homólogos de esta estructura en reptiles y aves. Los cerebros de este último se caracterizan por la presencia de una estructura denominada cresta ventricular dorsal (DVR), que recibe proyecciones auditivas y visuales ascendentes, y se ha postulado que es homóloga a partes de la isocorteza de los mamíferos (es decir, el auditivo y el extraestriado cortezas visuales). Las opiniones disidentes, ahora respaldadas por evidencia molecular, afirman que el DVR se origina en una región denominada palio ventral, mientras que la isocorteza puede surgir principalmente del palio dorsal (en mamíferos, el palio ventral se relaciona con el complejo claustroamigdaloide). Aunque es posible que en mamíferos el palio ventral embrionario contribuya con células al desarrollo de la isocorteza, todavía no hay evidencia que respalde esta alternativa. Se plantea la posibilidad de que la expansión de la corteza cerebral en el origen de los mamíferos fue producto de una influencia dorsalizadora generalizada en el desarrollo paliativo, a expensas del crecimiento en las regiones paliales ventrales. Es importante destacar que la evidencia sugiere que la organización de las proyecciones sensoriales es significativamente diferente entre mamíferos y sauropsids. En reptiles y aves, algunas vías sensoriales se proyectan hacia el palio ventral y otras se proyectan hacia el palio dorsal, mientras que en los mamíferos las proyecciones sensoriales terminan principalmente en el palio dorsal. Sugerimos un escenario para el origen de la isocorteza de mamíferos que se basa en el desarrollo de circuitos asociativos entre las cortezas olfativas, dorsales e hipocampales en los primeros mamíferos.
