Hay pocas dudas de que el cerebro de los vertebrados es la estructura más compleja que conocemos. Como ocurre con cualquier estructura compleja, surge la pregunta inmediata sobre sus orígenes. ¿Cómo pudo desarrollarse un diseño tan complejo a partir de los animales multicelulares más simples? Este problema ha invadido el estudio de la biología evolutiva desde sus inicios. Aunque Darwin (1859, 1871) propuso un mecanismo impecable (selección natural) para la transformación gradual de especies incluyendo el origen humano, incluso él en ocasiones expresó ciertas dudas sobre el origen de estructuras altamente complejas. Este tema ha sido muy debatido tanto dentro como fuera de la ciencia. Por ejemplo, un renacimiento del viejo argumento religioso del diseño inteligente ha ganado fuerza inesperada en los últimos años. En esencia, este argumento sigue la afirmación de Paley (1802) de que si encontramos un reloj que ha sido desechado, no podemos considerar que fue creado por sí mismo, sino que debe ser la consecuencia de un diseño consciente. Hoy, los creacionistas han desarrollado una versión moderna de este argumento, el de la “información inteligente” (Denton 2002). Por ejemplo, después de secuenciar el genoma humano en 2001, uno de los mejores informáticos de Celera Genomics afirmó que esta complejidad sugería un diseño. Aunque aclaró que no debe estar pensando en Dios, afirmó que «hay una gran inteligencia allí» (citado en Witham 2002, p. 9). Como dice Witham (2002), los creyentes modernos con conocimientos de informática pronto se preguntarán si el universo se ejecuta automáticamente o funciona en DOS, un sistema operativo divino.
En este volumen, hemos decidido abordar el problema del origen y la evolución del cerebro de los vertebrados, a partir de los elementos más sencillos de tipo sistema nervioso que podemos observar en la naturaleza. Al hacerlo, esperamos establecer una continuidad entre las etapas más simples y la elaboración de la red neuronal altamente intrincada que es la corteza cerebral de los mamíferos. Por falta de espacio, tendremos que dejar de lado varias otras estructuras cerebrales como los ganglios basales o el cerebelo, así como componentes quizás comparables a la corteza cerebral de mamíferos en otros vertebrados; como se verá, la corteza cerebral por sí sola es suficiente para completar una revisión bastante extensa. Nuestro punto principal será presentar un caso de transformación evolutiva continua del sistema nervioso central, desde sus propios orígenes hasta la elaboración de la estructura más compleja que existe en la tierra.
